En
general se trata de especies que enferman poco, sobre todo si están
bien alimentadas y si su hábitat reúne las condiciones necesarias para
asegurarles su bienestar. Pero cuando nos encontramos con
nuestro conejo triste,
apático e inapetente, nos quedamos desorientados y, desgraciadamente,
no es habitual la inmediata visita al veterinario para resolver el
problema. A continuación, vamos a enumerar las enfermedades más comunes.
Las diarreas
Este síntoma puede ser ocasionado por distintas causas, apareciendo
con más frecuencia después del destete. Puede estar relacionado con
alimentos en mal estado,
mojados, sucios o fermentados o por el exceso de forraje verde en la
alimentación. También la causa de estos trastornos puede estar vinculada
a intoxicaciones alimentarias,
parasitosis intestinales
(coccidiosis), virus o bacterias (colibaciolosis, salmonelosis,
enfermedad de Tyzzer, etc), Incluso el calor intenso puede provocarlas.
La diarrea con frecuencia viene acompañada de un
vientre hinchado,
pérdida de apetito, pérdida de vivacidad, aumento de sed o pelaje pobre
dependiendo de su forma de presentación. La gravedad puede variar según
la causa que la provoca.
Para resolver el problema es necesario identificar el origen del trastorno. Es importante que nuestra mascota disponga de
abundante agua fresca para
evitar la deshidratación, y que se encuentre en un lugar abrigado. No
dejes de buscar asesoramiento veterinario, solamente un profesional que
tenga la oportunidad de examinar al conejo podrá
reconocer la enfermedad
y recomendarte el tratamiento específico. Un diagnóstico preciso
requiere de toma de muestras como excrementos para su análisis, además
de la exploración clínica.
Los resfriados
Si tu conejo tiene un catarro puede deberse a una enfermedad frecuente denominada
Coriza o moquillo. Puede aparecer en cualquier época del año, y se manifiestan por la presencia de abundante
secreción nasal y
ocular,
acompañada de frecuentes estornudos. Las causas que predisponen a estos
problemas pueden ser los cambios bruscos de temperatura, corrientes de
aire, temperaturas extremas, una alimentación deficiente y la falta de
higiene.
Los problemas infecciosos pueden derivar en una
neumonía.
Luego de 2 ó 3 días de comenzar la dolencia podemos ver al conejo
refregándose la nariz en sus patas delanteras, con perdida de apetito,
parece triste, tiene fiebre y el pelaje pierde brillo. A medida que
transcurre el tiempo los exudados se vuelven mucosos, espesos, llegando a
obstruir las narinas, lo cual es muy peligroso porque se pueden
presentar episodios graves de asfixia.
Es fundamental extremar las medidas de higiene, evitar los cambios bruscos de temperatura, y asegurarnos que se encuentra en un
lugar seco y
abrigado.
Debemos consultar a un veterinario para la prescripción de los
tratamientos y para que pueda evaluar la eventual necesidad de
suplementos vitamínicos y minerales.
Sarna Auricular
Esta parasitosis está ocasionada por los ácaros Psoroptes communis e
Chorioptes cuniculis, los cuales se encuentran localizados dentro del
conducto auditivo externo.Es
una enfermedad muy contagiosa, si tenemos más de un conejo deberemos
separarlos del resto. Los primeros signos que se presentan están
relacionados con una
fuerte irritación de las orejas, seguida de una inflamación y de la aparición de una secreción espesa, llegando a formarse costras de color amarillo parduzco.
Los animales se tornan inapetentes,
perdiendo peso
rápidamente y llegando muchas veces a la muerte si no se actúa con
rapidez. Los conejos afectados inclinan la cabeza hacia la oreja
enferma, buscan aliviar las molestias rascándose con sus patas
delanteras. Los
ácaros pueden descubrirse en los bordes de la lesión o más profundos en el conducto, cuando aún no han aparecido los síntomas.
Sarna del cuerpo
Esta
enfermedad parasitaria también es muy
contagiosa, y puede extenderse por todo el cuerpo del animal a
diferencia de la sarna auricular que es más localizada. El ácaro cava
galerías por debajo de la piel, alimentándose de la
sangre del conejo.
Se caracteriza por la formación de costras en la cabeza, principalmente
boca, ojos, nariz, extendiéndose en los casos más graves hasta las
patas y órganos genitales.
La picadura del parásito le provoca una fuerte irritación,
ocasionando la aparición de secreciones que al secarse forman costras
duras de coloraciones amarillo grisáceas, la piel se presenta rugosa e
hinchada, y puede llegar a perder grandes extensiones de pelo.
Las lesiones bucales
dificultan su alimentación,
provocando un adelgazamiento progresivo. Si las costras están
localizadas en la nariz, puede presentar serias dificultades para
respirar. Los tratamientos son más eficaces cuanto más precozmente se
instauren. Es importante remover las costras para que los sarnicidas
tópicos aplicados
puedan penetrar con más eficiencia. También hay que desinfectar a las conejeras.